Conceptos de inversión, Parte 6: ¿Simple o complejo?

Imagen: TJ Evans

Nuestra serie de conceptos básicos de inversión sigue adelante. En posts anteriores cubrimos la relación rentabilidad-riesgo, cómo decidir entre riesgo global y riesgo local, cómo decidir si cobrar o acumular rentabilidad, los costes máximos que debemos asumir y si debemos gestionar nosotros mismos o delegar. En el post de hoy vamos cubrir otro aspecto intersante: ¿Debemos elegir una estrategia de inversión simple o compleja?

Muchas personas creen que en el mundo de las inversiones, como en muchos otros mundos, hay privilegios. Creen que los ricos y los bien conectados tienen acceso a oportunidades de inversión con una relación rentabilidad-riesgo más atractiva y que les ponen en una situación de ventaja con respecto al resto.

En otras palabras, muchas personas creen que el ciudadano de a pie no es capaz de obtener una buena rentabilidad salvo que sea capaz de diseñar una estrategia muy compleja y utilice productos de inversión muy sofisticados, algo que se encuentra al alcance de muy pocos privilegiados.

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Nada más lejos de la realidad. En el mundo de la inversión cualquiera puede acceder a la inmensa mayoría de los activos en los que se puede invertir. Y aquellos en los que no cualquiera puede invertir, aunque puedan dar la impresión de que son mejores oportunidades porque son exclusivas a unos pocos, no lo son tanto. Y menos aún con un horizonte de largo plazo en el que buscas beneficiarte de los efectos del interés compuesto.

Sí, lo que te estoy diciendo es que no te líes con cosas raras y adoptes una estrategia de inversión simple, porque eso es lo que probablemente te dará mejores resultados a largo plazo.

Veamos algunos de los beneficios de este enfoque.

1. Te permite profundizar más rápidamente

Cuando tu estrategia de inversión es complicada y se centra en productos sofisticados y opacos, resulta mucho más difícil perfeccionar tus conocimientos sobre la materia. La propia complejidad hace que sea difícil avanzar.

Por otra parte, cuando tu estrategia es simple, tienes la posibilidad de aprender más rápido y perfeccionar lo que estás haciendo y cómo lo estás haciendo, lo cual a su vez te permite mantener el control y no tener que delegar tus decisiones en terceras personas.

2. Te ahorra tiempo

Otro de los grandes beneficios de utilizar una estrategia simple es que resulta mucho más sencillo automatizarla y que, una vez montada, te consuma muy poco tiempo.

Ésta es una gran ventaja para las personas a las que no les apasionan las finanzas, que no son pocas, porque les permiten construir salud financiera sin tener que dedicar su tiempo a ello. Pueden dedicar su atención a otras cosas sin descuidar el progreso en el ámbito financiero.

3. Es sencillo de adaptar

A veces las circunstancias cambian y la estrategia de inversión que se diseñó en un primer momento deja de tener sentido. En esos casos, poder adaptar esa estrategia a las nuevas circunstancias con facilidad es una gran ventaja.

Dicha «facilidad» puede tener múltiples caras: Que sea fácil de cancelar, que sea fácil de cambiar, que sea fácil de monetizar, que los cambios no tengan excesivas implicaciones fiscales, etcétera, etcétera.

La vida da muchas vueltas. A veces conviene hacer cambios. Y una estrategia de inversión simple puede ayudar a que esos cambios no sean demasiado traumáticos y costosos.

4. Te permite experimentar con otras cosas

Tener una estrategia simple te proporciona tranquilidad, porque te permite entender mejor lo que está sucediendo. Tienes mayor sensación de control. Y eso te facilita el camino si deseas experimentar puntualmente con un tipo de inversiones más sofisticado.

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Imagina que el grueso de tu estrategia de inversión son los fondos indexados, en los que vas invirtiendo de forma recurrente en base a tu perfil de riesgo. Una vez que te sientes cómodo con esa estrategia, te será mucho más sencillo dedicar cantidades menores a otro tipo de inversiones más aventureras, como acciones individuales, start-ups, criptomoneda, crowdfunding o crowdlending. Y eso puede resultar divertido sin poner en peligro el grueso de tu estrategia asumiendo demasiado riesgo.

Ahí tienes, las claves para elegir si te conviene una estrategia de inversión simple o compleja.

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