Conceptos de inversión, parte 1: Riesgo y rentabilidad

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En esta serie de posts vamos a hablar de algunos conceptos básicos de inversión en un poco más de detalle, para que no tengas excusa alguna para ponerte manos a la obra. Y vamos a empezar por un fundamento clave: El binomio riesgo y rentabilidad.

Como hemos mencionado a menudo, no necesitas ser un profesional de las finanzas para construir una cartera de inversión adecuada. Sólo tienes que tener claro cuáles son tus objetivos, asegurarte de que tus inversiones están bien alineadas con ellos y mantener la disciplina ante los imprevistos de mercado.

Fin.

Fácil, ¿no?

Pues sí, no es difícil. Pero antes de ponerte a cortar leña, hablemos de una idea que aplica tanto a la vida como a las finanzas: No se puede tener todo.

riesgo y rentabilidad
Imagen de Lee Murry

Tienes que elegir. Cuando quieres algo, ese algo tiene otras consecuencias que debes aceptar. Y cuando no lo haces, las cosas no funcionan bien.

Si quieres un empleo mejor pagado, tienes que aceptar que deberás dedicar tiempo y esfuerzo a prepararte y probablemente tendrás que trabajar más horas.

Si quieres una relación de pareja estable y duradera, tendrás que aceptar el tener que pasar por momentos malos de vez en cuando.

Si quieres tener hijos, tendrás que aceptar que tendrás muchas menos posibilidades de hacer lo que te plazca cuando te plazca.

Etcétera, etcétera.

En finanzas, estos compromisos o «trade-offs» se manifiestan en el binomio rentabilidad y riesgo. Si quieres mayor rentabilidad, tendrás que asumir mayor riesgo. Y si no aceptas que ese riesgo existe, tendrás problemas.

¿Cuál es el riesgo?

Cuando inviertes, estás comprando algo. Bien acciones de empresas cotizadas en bolsa, o bonos del Estado, o una propiedad inmobiliaria. Y los precios de mercado de esos «activos» se mueven en el tiempo, hacia arriba y hacia abajo.

Y sí, hasta que no vendas tu inversión no «cristalizas» la ganancia o la pérdida, pero tu inversión tiene un valor de mercado en todo momento, que probablemente difiera del precio al que la compraste. Ahí está el riesgo, que tiene muchas caras.

Pero entonces, ¿por qué correr riesgos? ¿No es mejor dejar el dinero en el banco? ¿Tenerlo «debajo del colchón», por si las moscas?

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La respuesta es que correr ese riesgo te da acceso a una rentabilidad potencial mayor. Las inversiones en activos cuyos precios se mueven bastante (como la renta variable, por ejemplo) tienden a proporcionar mayor rentabilidad a largo plazo que las inversiones en activos cuyos precios se mueven poco (como los bonos del Estado, por ejemplo).

El siguiente gráfico muestra la rentabilidad de las acciones (renta variable) y los bonos (renta fija) en el contexto global desde el año 2000 al año 2020:

Fuente: Vanguard

Como puedes ver, los precios de las acciones se mueven mucho más que los de los bonos. Pero también proporcionan una rentabilidad acumulada mayor en ese periodo de 20 años.

Por otro lado, aunque los bonos se mueven menos, también se mueven. Y por eso proporcionan mayor rentabilidad acumulada que tener el dinero en la cuenta bancaria.

Riesgo (volatilidad) y rentabilidad van unidos.

¿Qué significa todo esto?

Lo que esto significa en la práctica es que debes entender cuánto riesgo estás corriendo en cada escenario.

Si dejas el dinero en el banco, no tienes riesgo en tus inversiones pero tienes una pérdida segura por el efecto de la inflación.

Si lo inviertes en bonos, tienes poco riesgo en tus inversiones pero puede que no consigas una rentabilidad superior a la inflación, especialmente en el entorno de tipos de interés actual.

Si lo inviertes en renta variable, tienes más riesgo en tus inversiones, pero probablemente consigas una rentabilidad superior a la inflación si inviertes a largo plazo y diversificas adecuadamente.

Lo que nos lleva a gran pregunta: ¿Qué relación riesgo y rentabilidad es buena para ti? ¿Prefieres intentar conseguir una rentabilidad alta a pesar de tener que correr riesgo alto? ¿O prefieres algo más conservador?

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Es una pregunta muy personal. Para responderla adecuadamente, conviene que empieces por entender bien cuáles son tus objetivos. ¿Qué pretendes conseguir? ¿Cuáles son tus grandes metas? ¿De qué horizonte temporal estamos hablando? ¿De qué importe de riqueza a generar estamos hablando?

Eso te dará mucha visibilidad sobre el tipo de relación riesgo y rentabilidad que debes asumir en tus inversiones. Y después tendrás que comprobar, en la práctica, si ese mix de riesgo y rentabilidad va bien con tu personalidad y perfil emocional o si prefieres ajustarlo un poco.

¡Dale bola, Moneytimer!

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