Por qué invertir en acciones individuales es arriesgado

Imagen: Pexels

Muchas veces me has oído hablar de la renta variable. Es una de las alternativas de inversión más interesantes que hay. Y dentro del mundo de la renta variable, comprar las acciones de una empresa concreta es una de las formas más habituales y extendidas de invertir.

Sin embargo, también es una de las más arriesgadas, aunque no se perciba de esa manera. De hecho, es uno de los ejercicios de inversión en los que más sufrimos de exceso de confianza.

¿Por qué es así?

Veámoslo.

¿De qué depende la evolución del precio de una acción?

El precio de una acción se puede mover en direcciones muy diferentes. Y la razón no es otra que el hecho de que depende de factores muy diferentes, algunos de los cuales pesan más que otros en diferentes momentos de tiempo.

Por ejemplo, podrías decir que si una empresa publica sus resultados del trimestre y su cuenta de pérdidas y ganancias refleja un beneficio, eso es algo que debería impulsar el valor de esa empresa (el precio de sus acciones) hacia arriba. Es una buena noticia, ¿no es cierto?

acciones

Depende. Prácticamente todo en el mundo de las finanzas es relativo. Es una buena noticia o no dependiendo del contexto.

Por ejemplo, digamos que el conjunto de los inversores que tienen acciones de esa empresa o las casas de análisis que la siguen esperaban un beneficio mayor que el que la empresa ha publicado.

¿Qué ocurriría con el precio de las acciones de esa empresa, asumiendo que el resto de factores no cambian?

Lo más probable es que el precio bajara, porque las expectativas de los inversores no se han cumplido.

Recuerda, una empresa se valora en base a expectativas de futuro. Los beneficios absolutos y en general los datos del presente y el pasado pesan, pero lo que más pesa en el precio de una acción son las expectativas sobre lo que viene después.

Si una empresa obtiene beneficios que sorprenden favorablemente pero ocurre algo que hace que sus expectativas de generar beneficios y cash flow en el futuro empeore (un cambio en las pautas de comportamiento de sus clientes, movimientos agresivos de sus competidores, un cambio en la legislación, etcétera, etcétera), si el resto de los factores no cambian, el precio de sus acciones bajará.

O digamos que la empresa publica buenos beneficios y no hay nada concreto que justifique un empeoramiento de sus expectativas, pero el ánimo general de los inversores se enfría por la razón que sea. En ese caso, si el resto de los factores no cambian, el precio de sus acciones probablemente también bajará.

Hay demasiados factores. Y su peso relativo sobre el precio de una acción cambia en diferentes momentos de tiempo. Esa dinámica hace que sea tremendamente difícil predecirlo.

Nuestra capacidad de análisis es muy limitada

Vale. Predecir la evolución del precio de una acción es difícil. Pero no es imposible, ¿no? Es algo que nosotros podríamos hacer, porque de tontos no tenemos un pelo.

No, lo más probable es que no podamos. Por varias razones.

En primer lugar, la información de la que disponemos es imperfecta. Los datos que las empresas dan a conocer son sólo una parte de todo lo que ocurre ahí dentro.

En segundo lugar, no contamos con sofisticadas herramientas de análisis, y aunque las tuviéramos, también esas herramientas son imperfectas. Puedes decir que puedes basarte en las recomendaciones de los analistas que cuentan con esas herramientas, pero se equivocan constantemente.

En tercer lugar, puede que tu análisis sea totalmente correcto, pero si la mayoría de los inversores piensan otra cosa, el precio de la acción no se moverá como tú esperas, porque funciona, como cualquier cosa que se compra y se vende en un mercado libre, en base a la ley de oferta y demanda.

Imagen de Ryan Mcguire

Así que no, no tienes tan buena capacidad de análisis en este asunto, por muy inteligente que seas.

El componente de suerte

Todo esto nos lleva a la conclusión final: Si inviertes en las acciones de una empresa individual y te salen las cosas bien, es muy probable que la razón de que eso suceda sea más suerte que pericia.

Esto no es sencillo de aceptar porque nos encanta creer que si algo sale bien es gracias a nosotros, mientras que si algo sale mal es debido a factores externos a nosotros. El ego es el ego, y siempre está ahí moviendo los hilos en la sombra.

Y esta dinámica es muy propensa a que desarrollemos exceso de confianza en nuestras habilidades y corramos mucho más riesgo del que creemos.

¿Lo mejor que podemos hacer para reducir ese riesgo? Diversificar. Pero claro, antes debemos de ser conscientes de ello. Si desarrollamos exceso de confianza, nos será muy difícil verlo.

En cualquier caso, la experiencia es el mejor maestro. Y si continuamos operando de esa forma al invertir, es probable que la realidad nos abra los ojos en algún momento y nos ayude a entender mejor el riesgo que de verdad estamos corriendo.

¡Dale bola, Moneytimer!

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