¿Cómo debes diversificar tus inversiones?

Imagen: Monicore

Uno de los aspectos clave del mundo de la inversión es la diversificación. Seguro que has oído la palabra «diversificar» en muchas ocasiones. ¿Pero qué significa exactamente? ¿Y qué hemos de tener en cuenta a la hora de hacerlo?

Lo vemos a continuación.

¿Qué es y para qué sirve diversificar las inversiones?

Diversificar, como su propio nombre indica, significa dividir la exposición de nuestras inversiones en diferentes campos, con el objetivo de evitar una concentración excesiva del riesgo.

Los beneficios que nos aporta el diversificar nuestras inversiones adecuadamente son fundamentalmente dos:

  1. Reducir el riesgo de nuestra cartera, tanto a nivel de impacto de posibles pérdidas como a nivel de volatilidad, especialmente si diversificamos incorporando alternativas de inversión que se encuentran descorrelacionadas entre sí.
  2. Incrementar nuestras probabilidades de alcanzar una rentabilidad esperada mayor, si nuestro horizonte de inversión es de largo plazo.

Imagina que hay dos empresas que te encantan y decides invertir todos tus ahorros en ellas. En ese escenario tu riesgo está muy concentrado en un número pequeño de alternativas. Si una de ellas no sale bien, el impacto agregado en tu cartera de inversión sería muy relevante.

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En cambio, si inviertes en un fondo indexado con exposición a un número muy elevado de empresas, aunque varias de ellas no vayan bien, otras irían mejor, haciendo que el impacto agregado en tu cartera de inversión sea mucho más reducido.

Y no sólo eso, sino que diversificar adecuadamente te permite beneficiarte además desde el punto de vista de la rentabilidad. Como no es posible saber con certeza qué empresas, sectores o países lo harán mejor que otros en el futuro, al diversificar tienes mayores probabilidades de que los ganadores se encuentren dentro de tu cartera de inversión, dándote ese plus de rentabilidad que quizá no obtendrías si no diversificas y no tienes suerte a la hora de elegir. Algo que resulta especialmente cierto con un horizonte de inversión a largo plazo.

Niveles de diversificación

A la hora de diversificar tus inversiones, conviene que tengas en cuenta una serie de niveles, cada uno con su función:

Alternativas de inversión

Puedes ser un gran fan de la renta variable y poner la totalidad de tus ahorros en ella (comprando acciones de empresas individuales o invirtiendo en fondos, por ejemplo). Pero estarás mejor diversificado si incorporas otras alternativas de inversión, como la renta fija, las inversiones inmobiliarias, las materias primas o las inversiones alternativas (private equity, venture capital, criptomonedas, crowdfunding, crowdlending, etcétera, etcétera).

Tener diferentes alternativas de inversión te da acceso a diferentes niveles de rentabilidad y riesgo, además de a diferentes dinámicas de comportamiento dependiendo de las condiciones de mercado.

Exposición geográfica y sectorial

Otro aspecto interesante es el no estar demasiado concentrado en regiones geográficas concretas o sectores concretos. La razón es, como hemos mencionado antes, que es muy difícil saber cuáles irán mejor y cuáles peor, especialmente en un periodo de tiempo largo.

Imagen de Arek Socha

Por esta razón, conviene que nuestra cartera de inversión tenga exposición a diferentes geografías y a sectores con dinámicas diferentes (financiero, consumo, tecnología, salud, infraestructuras, etcétera, etcétera).

Grado de liquidez

La facilidad con la que puedes convertir una inversión en metálico es un aspecto también muy importante. Si concentras tu estrategia de inversión en un tipo de activos que, a pesar de ofrecer una elevada rentabilidad esperada, ofrecen poca liquidez en el corto y medio plazo (como pueden ser las start-ups, los fondos de deuda privada, los fondos de capital riesgo/private equity o incluso las inversiones inmobiliarias), puede que tengas dificultades si algo cambia en tus circunstancias y necesitas monetizar esas inversiones.

Por eso, si te interesan las inversiones ilíquidas, conviene que las combines con otras inversiones más líquidas que puedas monetizar más rápidamente en caso de necesidad (como la renta variable o la renta fija tradicional).

Grado de volatilidad

La volatilidad es otra variable que, dependiendo de tu perfíl, también te conviene diversificar. Si tienes toda tu inversión concentrada en alternativas de alta volatilidad (precio que deberás pagar si quieres acceder a una alta rentabilidad esperada), puede que eso te lleve a tomar decisiones precipitadas, especialmente si esas alternativas están muy correlacionadas entre sí (como veremos en el siguiente punto).

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Por eso, conviene que combines alternativas de alta volatilidad con alternativas de menos volatilidad. Ello te permitirá mayor flexibilidad para reequilibrar tu cartera de inversión a medida que las condiciones de mercado van cambiando.

Grado de correlación

La última variable a tener en cuenta es extremadamente importante: El grado de correlación entre los diferentes compartimientos que componen tu estrategia de diversificación.

No sirve de mucho que dividas la tarta en varias porciones diferentes si esas porciones están muy correlacionadas entre sí y se comportan de forma muy similar en el tiempo, especialmente durante los momentos difíciles. Diversificar aporta valor cuando reduces el grado de correlación entre los diferentes componentes de la cartera. Es decir, cuando no todos ellos van en la misma dirección. Eso es lo que te permite reducir el riesgo.

Ejemplos de activos relativamente descorrelacionados entre sí son la renta variable y la renta fija, la renta variable y el oro, los activos financieros y los activos inmobiliarios, la renta variable y las materias primas, la renta variable y las criptomonedas, la renta variable y el crowdlending, etcétera, etcétera.

Ahí tienes, las claves a tener en cuenta para diversificar tu cartera de inversión adecuadamente. ¡Dale bola, Moneytimer!

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