Por qué es tan peligroso endeudarse para invertir

Imagen: Keith J

Hace poco una persona me dijo que quería empezar a invertir y que estaba pensando en pedir un préstamo para hacerlo. Su razonamiento era el siguiente:

Si mi rentabilidad es superior al coste del préstamo, me saldrá bien.

Este razonamiento, a primera vista, puede tener sentido. El problema es que no concede demasiada importancia a un elemento que debería ser el protagonista principal de esta historia: El riesgo.

Veamos las implicaciones prácticas de un movimiento de este estilo para después extraer algunas conclusiones.

El objetivo: Acelerar el proceso

Cuando alguien se plantea endeudarse para invertir, lo hace porque aprecia una oportunidad de inversión interesante en ese preciso momento. Y la deuda le permite acelerar el proceso de reunir el dinero necesario frente a la alternativa natural de ir ahorrándolo poco a poco.

El ejemplo perfecto de esta forma de actuación es algo que se practica de forma muy habitual en nuestra sociedad: La compra de vivienda.

invertir

Cuando queremos comprar una vivienda, lo habitual es no tener ahorros suficientes para comprarla, porque dicha compra implica un importe muy relevante en relación a nuestro salario y nuestra capacidad de ahorro. Sin embargo, las instituciones financieras nos permiten, a través de un préstamo hipotecario, adelantar nuestra capacidad de ahorro futuro al presente.

Y gracias a ese préstamo podemos comprar la vivienda hoy, a cambio de adquirir una obligación de devolver ese préstamo más sus intereses en un periodo determinado.

Esto es lo más normal del mundo a día de hoy. Pedir una hipoteca se asume como un paso ineludible a la hora de comprar vivienda.

La pregunta es: ¿Y por qué no hacerlo con otro tipo de inversiones?

El riesgo

Comprar una vivienda con hipoteca se ha convertido en un movimiento tan habitual en nuestra sociedad por dos razones:

  1. Es una compra que culturalmente se considera de primera necesidad (aunque no sea necesario ser propietario de una vivienda para poder vivir dignamente)
  2. El nivel de riesgo asociado suele estar relativamente bien medido y se considera «tolerable» por ambas partes, prestamista y prestatario.

El riesgo de una hipoteca para un banco suele estar acotado por varias razones: En primer lugar, el banco tiene la garantía de la vivienda. Si el prestatario no paga, el banco puede ejecutar la garantía y tomar propiedad del activo. Y en segundo lugar, el banco puede gestionar el riesgo diversificando el número de hipotecas, o incluso sacándolas de su balance a través de operaciones llamadas titulizaciones, en las que otros inversores adquieren el riesgo de impago de esas hipotecas.

Por otro lado, el riesgo para el prestatario también está acotado. En primer lugar, el banco estudia la capacidad de pago que tiene éste dejando un colchón para imprevistos. Y en segundo lugar, al considerarse la vivienda un elemento tan importante en la situación vital de una persona, lo habitual es que esa persona recorte gastos de todas las demás dimensiones de su vida antes que dejar de pagar la hipoteca y arriesgarse a perder la vivienda.

En resumidas cuentas, el riesgo, aunque exista y se materialice en algunos impagos reales, está bastante controlado.

Pero… ¿y en el caso de otro tipo de inversiones? ¿Aquellas inversiones que no sean tan de primera necesidad sino simplemente un medio de obtener una rentabilidad?

Aquí cambia un pelín la cosa.

Para empezar, si solicitamos un préstamo personal (no hipotecario), es muy posible que el banco nos ofrezca un tipo de interés no mucho más bajo que el 5%, quizá mayor. Y eso implica que, para que la operación sea rentable, la rentabilidad que vamos a tener que obtener en nuestra inversión es superior a ese nivel.

Una rentabilidad superior al 5% anual, hoy en día, exige asumir un riesgo que no es pequeño. No se consigue con depósitos ni con renta fija tradicional. Has de irte al mundo de la renta variable, inmobiliario o inversiones alternativas/ilíquidas.

Si haces eso, adquieres riesgo por dos lados:

  1. El riesgo de que tu inversión no salga como esperas y la rentabilidad que obtienes sea menor, o incluso que tengas pérdidas.
  2. El riesgo de que no puedas hacer frente a los pagos de tu préstamo puntualmente por la razón que sea (te quedas sin empleo, por ejemplo)

Esta doble ración de riesgo puede ser excesiva, porque ambos lados de esa moneda pueden materializarse al mismo tiempo.

Si quieres invertir, la estrategia más razonable en la inmensa mayoría de los casos es hacerlo en el orden que hemos comentado más de una vez en este blog:

  • Primero, hábito de ahorro
  • Segundo, fondo de emergencia
  • Tercero, invertir poco a poco en alternativas con historia de credibilidad y con las que te encuentres razonablemente cómodo
  • Cuarto, considerar inversiones más agresivas (en las que puedes hacer uso controlado del endeudamiento si tienes el resto bajo control)

¡Dale bola, Moneytimer!

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