Algunos ejemplos de malas decisiones financieras

Imagen: Bern Swaelz

En este blog hablamos de muchísimas cosas que merece la pena hacer para progresar adecuadamente hacia la salud financiera. Y eso está muy bien. Sin embargo, también podríamos centrarnos en la otra cara de la moneda y hablar de algunas cosas que merece la pena NO hacer. En otras palabras, ejemplos de malas decisiones financieras.

A menudo pensamos que para avanzar lo más rápidamente posible hacia nuestros objetivos, lo que de verdad importa es hacer una serie de cosas bien.

Y sí, eso puede ser cierto. El problema es que a veces no tiene demasiado impacto si continuamos haciendo algunas cosas relevantes mal que frenan nuestro progreso.

Por eso, lo antes de ponernos a intentar hacer maravillas, quizá el primer paso deba ser evitar algunos errores.

malas decisiones financieras
Imagen de Ryan McGuire

Este principio aplica en prácticamente todos los campos que se te ocurran:

Antes de añadir verduras a tu dieta, conviene que reduzcas el consumo de grasas saturadas.

Antes de ponerte a hacer musculación para dejar de estar en baja forma, conviene que pierdas un poco de peso.

Antes de pedir un aumento de sueldo, conviene que dejes de hacer las cosas que ponen de los nervios a tu jefe.

Antes de ponerte a hacer planes excitantes con tu pareja, conviene que dejes de mirar la televisión como si estuvieras hipnotizado cuando te está explicando algo importante.

Y un largo etcétera.

Las finanzas no son una excepción a esta regla.

Veamos algunos ejemplos de malas decisiones financieras que te conviene evitar – o al menos reducir en grado suficiente – antes de intentar ponerte a hacer malabarismos.

1. Vivienda

La compra de vivienda es una de las grandes fuentes de malas decisiones financieras. Principalmente porque implica un desembolso muy relevante y la asunción de compromisos que se extienden durante un largo periodo de tiempo.

En otras palabras, si metes la pata, las consecuencias pueden ser bastante importantes en el conjunto de tu vida.

Imagen de Harry Strauss

Las áreas más habituales de error a la hora de comprar una vivienda son las siguientes:

  1. Comprar una vivienda porque crees a pies juntillas que alquilar es tirar el dinero: No lo es. Haz los números y compara tu cuota de alquiler con los gastos de intereses de tu cuota de hipoteca asumiendo un tipo de interés normalizado. Los tipos de interés del momento actual son anormalmente bajos y es probable que no permanezcan a estos niveles durante mucho tiempo.
  1. Comprar una vivienda «poco líquida»: Una vivienda no se vende así como así. En momentos débiles de mercado, se puede tardar mucho tiempo en vender y los vendedores pueden verse obligados a bajar el precio sustancialmente para poder hacerlo. Por eso, conviene comprar en lugares y tipos de vivienda que no se vean especialmente afectados en los momentos malos, incluso si es a costa de sacrificar metros cuadrados.
  1. Comprar una vivienda más grande de lo que necesitas «por si acaso»: Comprar una vivienda más grande implica mayor precio o peor localización/estado (lo que a su vez implica que sea «menos líquida» – ver punto anterior). Los «por si acaso» no son buenos compañeros de viaje en el camino hacia la salud financiera. Si necesitas más espacio en algún momento, ya cruzarás ese puente cuando llegues a él.
  1. Adquirir una hipoteca con unos términos que no se adaptan bien a nuestra situación financiera: Una cuota que apenas nos deja respirar, unas restricciones leoninas de pago anticipado, etcétera, etcétera.
  1. No construir un fondo para emergencias: La propiedad de una vivienda es una fuente inagotable de sorpresas: Reparaciones, averías, derramas, renovaciones… Si no tenemos un fondo de emergencia disponible, es posible que no podamos sufragar esos gastos tan rápido como nos gustaría, lo que multiplica las incomodidades y los problemas.

2. Vehículos de motor

Los vehículos de motor son otra gran fuente de malas decisiones financieras. Muchas personas adquieren vehículos de motor nuevos o prácticamente nuevos con un criterio exclusivamente ceñido a estatus, imagen o seguridad, sin contemplar las implicaciones financieras de esa decisión.

Imagen de Pexels

Los vehículos de motor experimentan una pérdida de valor especialmente relevante en los primeros años de vida. Y eso es algo que debes tener muy en cuenta a la hora de elegir.

Si quieres profundizar en el detalle, lee este post: ¿Qué debes saber antes de comprarte un coche?

3. Inversiones

Otra fuente importante de malas decisiones financieras es la elección de alternativas de inversión por motivos que no son demasiado sólidos.

Ejemplos de este tipo de actuaciones pueden ser los siguientes:

  • Comprar acciones de empresas por recomendación de conocidos sin haber hecho un análisis en profundidad
  • Comprar algo porque está de moda, en lugar de por convicción personal
  • Especular en base a un rumor para «dar un pelotazo»
  • Invertir porque las expectativas de rentabilidad que nos «prometen» nos deslumbran
Imagen de Free-Photos

El origen del error en este tipo de decisiones suele ser el mismo: Una evaluación incorrecta del riesgo. Si quieres invertir con criterio, has de profundizar primero en entender bien el riesgo de la inversión que estás considerando. Y tener en cuenta que el riesgo tiene muchas caras.

Ahí tienes, tres grandes áreas de malas decisiones financieras. Ten cuidado con ellas, Moneytimer.

Si quieres acceder a contenidos similares, consulta nuestra sección #Estilodevida

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