La rentabilidad sobre el grado de molestia

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Si tienes conocimientos básicos de finanzas, es posible que estés familiarizado con las métricas tradicionales de rentabilidad en una inversión. Hemos profundidado en algunas, como el VAN y el TIR, en algunos artículos de este blog.

Básicamente, lo que la rentabilidad pretende medir es lo que obtienes (resultados) en relación a lo que pones (inversión). Cuanto más obtienes y menos pones, mayor es la rentabilidad de tu inversión, y viceversa.

A veces obtienes resultados en diferentes momentos de tiempo y a veces haces tu inversión en diferentes momentos de tiempo. El VAN y el TIR son herramientas que te permiten tomar esos diferentes momentos de tiempo en cuenta y calcular la rentabilidad de forma consistente y homogénea.

Sin embargo, todas estas métricas tradicionales de rentabilidad se basan en un principio común: Miden sólamente el impacto económico. Y el atractivo de una inversión, por importante que sea el aspecto económico, suele depender de más cosas.

Entre ellas, el grado de molestia que acarrea.

rentabilidad

Y esta molestia puede tener lugar tanto en el momento de hacer la inversión como en los momentos posteriores. No es lo mismo obtener una rentabilidad del 10% sin tener que hacer nada, que obtener la misma rentabilidad teniendo que dedicar tiempo y esfuerzo a hacerlo.

Veamos cómo podemos incorporar este importante ingrediente a nuestra forma de medir la rentabilidad.

La rentabilidad sobre el grado de molestia

Para tener este elemento en cuenta, es preciso que definamos una nueva métrica de rentabilidad: La rentabilidad sobre el grado de molestia.

Se calcularía dividiendo dos cosas:

  • La cantidad de dinero que ganamos
  • El tiempo, el dinero y los quebraderos de cabeza que tenemos que invertir para conseguir ese dinero que ganamos

Pero esto tiene un problema: ¿Cómo medimos algo tan intangible como el tiempo?

Muy sencillo: Tenemos que ponerle un precio. Y esto es algo muy subjetivo. Podemos empezar calculando cuál es nuestro salario por hora trabajada en nuestra ocupación profesional, y después ajustarlo en función de nuestras circunstancias particulares.

Imagina que en tu trabajo cobras 20 euros por hora trabajada. Pero al mismo tiempo tienes poco tiempo libre. Y si tienes que dedicar algo de ese tiempo libre a tus inversiones, tendría sentido poner un precio mayor a ese tiempo libre, por ejemplo 50 euros por hora.

Además, el precio depende también de cuánto te guste dedicar ese tiempo a investigar y gestionar tus inversiones. Si te parece un rollo y sólo lo haces por el dinero, quizá tengas que poner un precio más alto que en el caso de que te guste. Por ejemplo, 100 euros por hora.

Cuando haces eso, ¿qué ocurre?

Que cuanto más tiempo y más molestias tienes que dedicar a tus inversiones, más alto es el denominador de nuestra métrica de rentabilidad. Y por tanto necesitas obtener mejores resultados en el numerador para que esa inversión sea rentable.

Esto es algo que muy pocas veces tenemos en cuenta. O al menos, no lo tenemos en cuenta de forma metódica para tomar decisiones.

Veamos algunos ejemplos de inversiones que, cuando incorporamos el concepto de grado de molestia, no son tan obvias como parecen.

Ejemplos de inversiones con alto grado de molestia

1. Investigar descuentos

Hay personas que dedican una enorme cantidad de tiempo a conseguir el precio más barato cuando van a comprar algo.

Si ese precio es muy alto, conseguir un descuento del 20% puede ser una buena inversión de tu tiempo. Si el precio no es alto, muy probablemente no lo sea.

2. Comprar propiedades para alquilar

La compra de vivienda para alquilarla a terceros es una de las prácticas más extendidas en nuestra sociedad porque tiene una buena trayectoria de rentabilidad financiera.

Sin embargo, lidiar con los problemas de los inquilinos es un rollo. Y si tienes mala suerte, puede ser una auténtica pesadilla.

Es uno de los ejemplos más claros de aplicación de nuestra métrica. Debes poner un precio a tu tiempo y a las molestias que acarrea para tomar una buena decisión sobre si te compensa, o no.

3. Eliminar algunos seguros

A veces pensamos que no contratar seguros es una manera muy fácil de ahorrarse dinero, porque estamos convencidos de que no va a pasar nada.

Sin embargo, hay seguros que merece mucho la pena tener con las coberturas adecuadas. El seguro de incendios, el de hogar y el del automóvil pueden ser algunos casos.

Cuando pasa algo en estas situaciones, la molestia que implica es extremadamente alta. La misma que te ahorras si el seguro te cubre.

4. Inversiones con más volatilidad de la que puedes tolerar

En ocasiones invertimos en alternativas que ofrecen elevadas expectativas de rentabilidad, pero infravaloramos la agitación interna que su volatilidad nos va a provocar. El caso más frecuente actualmente son las criptomonedas.

Si inviertes en algo y su volatilidad provoca que estés constantemente monitorizando cuánto sube y cuánto baja cada día con el corazón en un puño, es muy probable que esa inversión tenga un coste real mucho mayor que el dinero que te ha costado hacerla. Y eso es algo que debes tener muy en cuenta.

Ahí tienes una herramienta interesante que puedes utilizar a la hora de hacer inversiones: La métrica de rentabilidad sobre el grado de molestia. ¡Dale bola, Moneytimer!

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