Conceptos de inversión: El valor esperado

Imagen: Pixabay

Hoy vamos a hablar de un concepto muy interesante a la hora de tomar decisiones de inversión: El valor esperado.

El valor esperado es una idea que se puede aplicar a cualquier decisión que implique una posible pérdida, sea en el ámbito financiero, físico, profesional o relacional. Sin embargo, es más sencillo de aplicar con números, de ahí que el ámbito de la inversión sea una de sus principales aplicaciones.

Pero antes de meternos en explicar qué es, hagamos una pequeña introducción sobre cómo tomamos decisiones de riesgo.

Los parámetros clave de una decisión de riesgo

A la hora de tomar decisiones de riesgo, hay dos parámetros clave que debemos considerar:

  1. La probabilidad de que suceda algo malo (“malo” = algo que preferiríamos que no sucediera)
  2. El impacto que ese “algo malo” tendría en nuestras vidas

Observa que ambos parámetros son subjetivos. Estamos juzgando desde el presente algo que sucederá en el futuro. Por tanto, no tenemos más remedio que funcionar con estimaciones. Y las estimaciones generan incertidumbre.

valor esperado

Por eso sentimos cierta ansiedad a la hora de tomar este tipo de decisiones. No sabemos si nuestras estimaciones de probabilidad e impacto son correctas o no. No sabemos lo que pasará, ni cómo de grave será.

Pero hay un segundo problema: A veces nos centramos casi exclusivamente en la probabilidad, y prestamos muy poca atención al impacto. No hacemos el esfuerzo de visualizar cómo nos sentiremos si ese “algo malo” se materializa, si podremos superar esa situación, cómo lo haremos y cuánto tiempo tardaremos.

Y eso hace que no decidamos del todo bien, porque a veces tendemos a creer que si tomamos la decisión y ese “algo malo” no sucede, la decisión estuvo bien tomada. Tendemos a creer que fue una buena decisión.

Pero no tiene por qué ser así.

Puede ser, simplemente, suerte. Puede ser que fuera una mala decisión que salió bien.

Por ejemplo, imagina que una persona decide jugar a la ruleta rusa. Coge un revolver con un tambor de 6 balas, pone una bala dentro, gira el tambor y juega.

Lo más probable es que no pase “algo malo”. Hay una probabilidad de 5/6 de que sea así.

Pero si ese “algo malo” sucede, la pérdida es catastrófica. Jugar a la ruleta rusa no es una buena decisión, aunque salga bien, porque el impacto es demasiado grande.

O imagina que eres un montañero inexperto y decides ir a la montaña, pero a mitad de camino el viento cambia, entra la niebla y se pone a nevar con fuerza.  No hay cobertura de móvil. Pero tú decides seguir adelante y llegar a la cima, porque crees que encontrarás el camino de vuelta sin demasiado problema.

De nuevo, ésa es otra mala decisión. Encuentres el camino de vuelta, o no. Porque el impacto de un “algo malo” en esa situación es demasiado grande.

En el plano financiero, sucede lo mismo. Imagina que montas un negocio que crees que va a ir bien. Pero que, si va mal, provocará que te arruines y te metas en un agujero del que te costará mucho tiempo salir.

Pero fracasar es algo que no contemplas, así que te lanzas a la piscina. Las cosas salen bien y acabas montado en el dólar.

¿Ha sido una buena decisión? ¿O no?

Imagen de Fathromi Ramdlon

A vista de todos, probablemente sí. Pero quizá no lo sea, aunque hayas tenido éxito. Por eso debemos cuestionar los consejos de esas personas que dicen “haz esto o haz aquello, porque a mí me salió bien”.

Cuidado, Moneytimer. El resultado no lo es todo.

Has de contemplar ambos parâmetros: Probabilidad e impacto.

Y ahí es donde el concepto de valor esperado viene al rescate.

El valor esperado

El valor esperado captura ambos parámetros, probabilidad e impacto, en una fórmula matemática.

Así te lo explica el bueno de Warren, que algo sabe de estas cosas:

“Multiplica la probabilidad de ganancia por el importe de la ganancia y réstale la probabilidad de pérdida por el importe de la pérdida. Eso es todo lo que intentamos hacer al invertir. No es perfecto, pero es de lo que va esto”.

Warren Buffett

En otras palabras, el valor esperado (VE) es la media de los posibles resultados ponderada por sus respectivas probabilidades:

VE = (Importe de la ganancia x probabilidad de ganancia) – (Importe de la pérdida x probabilidad de pérdida).

Si el cálculo del VE te da un resultado positivo, es un indicio de que debes arriesgarte. Si te da un resultado negativo, es un indicio de que no debes arriesgarte. Ésa es la idea.

La ruleta rusa o subir a la montaña en medio de una tormenta de nieve son malas decisiones aunque la probabilidad de pérdida sea baja en nuestra cabeza. Lo son porque el impacto (importe) de la pérdida, si salen las cosas mal, es enorme en comparación con el impacto de la ganancia si salen las cosas bien. Y si consideramos eso, lo más probable es que obtengamos un VE negativo.

Ahora bien, podemos darle la vuelta a esa tortilla y encontrar muchas situaciones con VE positivo, aunque tengan baja probabilidad de ganancia.

¿Cómo?

Simplemente, si a pesar de tener poca probabilidad de ganancia, al mismo tiempo esa potencial ganancia es muy muy elevada.

Imagen de Steve Bidmead

Por ejemplo, observa el caso de las criptomonedas. El bitcoin en concreto.

El bitcoin se ha desarrollado mucho en los últimos años y ha crecido a un ritmo superior al 200% anual durante la última década. Ya no es una simple idea de garaje, sino que tiene millones de adeptos y se está introduciendo en muchos lugares.

¿Cuál es la probabilidad de que el bitcoin siga creciendo a ese ritmo y acabe sustituyendo al oro como activo refugio? ¿Un 10%? ¿Un 20%? ¿Un 40%?

Cada uno tendrá su estimación. Pero algunas de esas estimaciones hacen que el VE de invertir dinero en bitcoin ahora sea positivo. Y eso es lo que, aunque sea intuitivamente, están haciendo las personas que invierten en bitcoin.

O observa el caso de las start-ups. Lo más probable es que si inviertes en una start-up pierdas tu inversión, porque la mayoría de ellas fracasan. Pero si te sale bien, la ganancia que puedes obtener es muy elevada. Y si diversificas tu inversión en varias start-ups (vía un fondo de venture capital, por ejemplo), estarías reduciendo la probabilidad de fracaso y aumentando tu VE.

Y eso puede ser una buena decisión, aunque la probabilidad de éxito siga siendo menor que un 50%.

Sin embargo, hay otro tipo de decisiones en las que la probabilidad de ganar es tan baja que no se ve compensada por el importe de la ganancia. Jugar a la lotería es una de ellas, porque su valor esperado es claramente negativo (es prácticamente seguro que no ganemos). Por lo tanto, si usamos el criterio del valor esperado para decidir, comprar un décimo de lotería sería una mala decisión.

Sin embargo, muchos jugamos a la lotería. Y es que no todo es tan racional, ¿no es verdad?

¡Dale bola, Moneytimer!

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