Algunos errores que cometemos al razonar

Imagen: Pixabay

Una de las habilidades más valiosas en el mundo de las finanzas personales, y en la vida en general, es la capacidad para razonar con acierto. A veces se dice que lo importante es ser inteligente, pero lo que de verdad te interesa es tener «claridad de pensamiento» para poder decidir bien.

El problema es que, por mucho que pensemos lo contrario, no razonamos tan bien como creemos. De hecho, hay algunos errores de lógica, tradicionalmente llamados «falacias», que solemos cometer a menudo, aunque no nos demos cuenta de ello.

En este post vamos a desenmascarar algunos de ellos.

El «ad hominem»

La falacia «ad hominem» es una expresión del latín. «Ad hominem» significa «a la persona», haciendo referencia a cuál es el objetivo del ataque en un debate en el que dos partes exponen sus argumentos y defienden sus posiciones.

Esta postura es extraordinariamente frecuente en los debates de todo tipo, tanto en política, como en el mundo de los negocios, como en las relaciones personales o familiares. Implica atacar a la persona, señalando algún tipo de debilidad en ella, en lugar de centrar el tiro en los méritos del argumento.

razonar

Cuando no aceptamos lo que alguien dice por el simple hecho de quién es, y no tanto porque lo que diga sea erróneo (y tengamos argumentos para justificar por qué), estamos cayendo en la falacia «ad hominem». Y lo mismo en positivo, cuando aceptamos lo que alguien dice por el simple hecho de quién es, y no tanto porque lo que diga sea cierto.

El «red herring»

El «red herring» es un arenque, un tipo de pescado de fuerte olor que se utilizaba para distraer a los perros de caza durante su entrenamiento. La falacia de «red herring» es precisamente eso, una maniobra de distracción que una de las partes utiliza durante un debate porque no tiene argumentos para debatir el punto principal.

Muchas veces hacemos esto sin darnos cuenta. Estamos debatiendo un punto concreto con alguien, nos sentimos acorralados y salimos por la tangente con algo que creemos que está relacionado con el punto anterior, pero que en realidad no lo está.

Es una maniobra defensiva para salvaguardar el ego y dificulta que apreciemos y aceptemos la validez de los argumentos de la otra parte.

El francotirador

La falacia del francotirador consiste en seleccionar una serie de puntos y dejar fuera otros, para simular la apariencia de puntería. Es un fenómeno muy similar al sesgo de confirmación, del que ya hablamos en este post.

Imagina que alguien dispara un montón de disparos aleatorios contra una pared. Después elige un grupo de disparos que están muy cerca unos de otros, dibuja una diana alrededor de ellos y sólo te muestra esa diana, dejando el resto de los disparos fuera de la foto.

Si sólo vieras eso, probablemente pensarías que ese individuo tiene muchísima puntería, ¿no es verdad? Pero esa conclusión sería un error.

Cuando te presenten estadísticas de fondos de inversión de gestión activa que lo han hecho mejor que el mercado durante X años, piensa en esto.

El coste hundido

La falacia del coste hundido implica tomar una decisión sobre si se debe continuar por un camino o no, teniendo en cuenta la inversión de recursos que ya se ha hecho y no se puede recuperar. Es uno de los errores clásicos que cometemos a la hora de razonar.

«Después de todo este esfuerzo no puedo dejarlo». «Después de haber llegado hasta aquí no puedo echarme atrás». «Después de haber comprado la acción de Telefónica a este precio, no puedo vender hasta que recupere lo perdido». Todos ellos son ejemplos de la falacia del coste hundido.

Lo que has hecho hasta ese punto no importa. Lo único que importa es si tiene sentido o no continuar, en función de la información disponible en ese momento y en ese lugar en el que te encuentras ahora.

Es difícil razonar así, porque somos humanos. Pero lo contrario es hacerse trampas al solitario.

Las mayorías

La falacia de las mayorías consiste en asumir que algo es cierto, simplemente porque la mayoría de personas de nuestro entorno lo cree así.

«Alquilar es tirar el dinero» es un ejemplo financiero muy apropiado para ilustrar esta falacia a la hora de razonar. Cuando preguntas a las personas por qué creen eso y escarbas un poco, muchas de ellas no tienen argumentos de peso. Simplemente lo creen porque todo el mundo lo dice. Es como un dogma que, como sociedad, hemos decidido adoptar.

Pero no, no es tan obvio como parece, como vimos en este post. Lo mismo que muchos otros dogmas que hemos decidido alegremente creer.

Ahí tienes, 5 falacias que a veces cometemos a la hora de razonar y que nos pueden desviar del camino de las buenas decisiones. En la segunda parte de este post veremos algunas más.

Si quieres acceder a contenidos similares, consulta nuestra sección #Tudíadía.

¿Quieres seguir aprendiendo a tomar mejores decisiones?

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