Algunos errores que cometemos al razonar (2)

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En la primera parte de este post incluimos un listado de algunos errores cognitivos, comúnmente llamados «falacias», que a veces cometemos a la hora de afrontar situaciones y que nublan nuestra capacidad de razonamiento y toma de decisiones. En esta segunda parte vamos a añadir algunos más.

Sí, la lista de errores en los que solemos caer al razonar es larga. Qué quieres que te diga, no somos tan perfectos e infalibles como creemos.

Vamos allá.

1. El falso dilema

La falacia del falso dilema consiste en enfocar el debate argumentando que sólamente existen dos alternativas, cuando en realidad existen más.

Cuando las partes negocian o debaten sus posiciones, a veces adoptan posiciones extremas. Y eso favorece que la perspectiva se simplifique en exceso y se vean únicamente esos extremos como posibles resultados. Lo cual, evidentemente, dificulta que se llegue a un acuerdo.

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En la práctica, es muy poco habitual que una situación tenga que acabar en uno de los dos extremos. Siempre suele haber posibilidades de acercamiento, de compromiso, de concesión. En otras palabras, siempre suele haber más alternativas que únicamente los extremos, por mucho que nos enroquemos en el convencimiento de que sólo existen esas dos.

2. Correlación y causalidad

Una de las falacias cognitivas más presentes en los tiempos que corren, y que sirve de caldo de cultivo para las teorías conspiratorias de todas clases: Confundir correlación con causalidad.

Con toda la información de la que disponemos, es extremadamente sencillo encontrar formas de correlacionar dos cosas. Cuando esto sucede, aquello también. Lo ponemos en un gráfico y visualizamos la correlación entre ambos fenómenos.

Hasta ahí, todo bien.

Pero luego viene el siguiente paso: Saltamos alegremente a la conclusión de que, como están correlacionados, uno debe de ser el causante del otro.

Y ahí es donde metemos la pata, porque el mundo es más complejo de lo que parece. Yo podría enseñarte un gráfico donde la esperanza de vida de cada país está correlacionada con la compra de automóviles de marca BMW, pero no por eso una de esas dos cosas causa la otra. La causa de algo suele ser mucho más compleja. Y en muchos casos esa correlación que encontramos es, simplemente, casualidad.

No causalidad.

3. La carga de la prueba

La carga de la prueba es otro de los errores cognitivos clásicos. Consiste en justificar que algo es cierto simplemente porque el otro no puede proporcionar evidencia de que es falso.

Si argumentas que algo es cierto, la carga de la prueba está en ti. Tú eres el que debes justificar por qué lo que dices es cierto, no simplemente agarrarte a que el otro no pueda demostrar que es falso. En caso contrario, estarías adoptando una postura muy cómoda que no te llevará muy lejos en un debate.

Esto aplica a negociaciones y argumentaciones en general, pero con una importante distinción: Cuando se juzga a una persona por un potencial delito, la presunción de inocencia prima. En ese caso, la persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

4. Generalización sin evidencia

Otro ejemplo clásico en los debates, especialmente los políticos: Se toman algunos casos aislados como referencia y se hace una vasta generalización, extrapolando el mismo fenómeno a un colectivo mucho más amplio.

La cara opuesta de la misma moneda es refutar tendencias o fenómenos generalizados que sí tienen suficiente evidencia empírica de soporte de datos, utilizando la propia experiencia personal o la de alguien conocido como argumento principal.

«Pues eso no es verdad, porque mi tía Juana…». Si empiezas así, ya vas mal.

Antes de extrapolar conclusiones a un colectivo, asegúrate de que tienes suficientes datos que den solidez a esa extrapolación.

5. El «hombre de paja»

La falacia del «hombre de paja» consiste en exagerar, ridiculizar o modificar el argumento de la otra persona, utilizando un argumento alternativo diferente que parezca muy válido. Un argumento «de paja», al igual que un espantapájaros parece una persona pero no lo es.

Suele funcionar de la siguiente forma:

  • Yo presento un argumento (argumento 1)
  • Tú me criticas por presentar otro argumento (argumento 2, que es diferente al argumento 1)
  • Y así concluyes que el argumento 1 no es válido.

En otras palabras, intentas desacreditar el argumento de la otra persona con una trampa. Pillín.

La forma más efectiva para combatir la falacia del hombre de paja es ser sumamente claro en tus argumentos, para que no quede ninguna duda de lo que estás diciendo.

Ahí tienes, otras 5 errores cognitivos en los que a veces caemos a la hora de argumentar y razonar. ¡Dales bola, Moneytimer!

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