¡Hola Moneytimer!
Hoy te voy a hablar de vivienda. Una alternativa de inversión que continúa siendo percibida como muy atractiva por una gran parte de la población por múltiples razones, tanto económico-financieras como culturales y sociales.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Es importante que tengas algunas cosas en cuenta antes de dar ese paso.
Veamos cuáles son.
La inversión en vivienda
Muchas personas, incluidos inversores de renombre, aseguran que comprar una vivienda cuando se es joven es la mejor forma de crear riqueza en el largo plazo.
¿Y por qué? ¿Es que el precio de la vivienda suele subir tanto a lo largo del tiempo?
La respuesta es sí, suele hacerlo. Pero ésa no es toda la película. Hay otro componente muy relevante que provoca que la inversión en vivienda tenga un gran potencial de rentabilidad a largo plazo: El apalancamiento.
Como regla general, la compra de vivienda se lleva a cabo a través de una hipoteca, es decir, con deuda. Esa deuda «apalanca» la rentabilidad de nuestra inversión, haciendo que ésta se multiplique proporcionalmente al endeudamiento.
Si todo esto te suena a chino, no te preocupes. Te pongo un ejemplo.
Si nos hipotecamos en un 90% del valor de la vivienda y ponemos un 10% de nuestro bolsillo como entrada, el multiplicador de la rentabilidad será de 10 a 1. Brutal, ¿no?
Sí, pero mucho ojo. Porque este aumento en la rentabilidad de ese 10% que hemos puesto de nuestro bolsillo viene acompañado de un aumento simétrico del riesgo. Es decir, la compra de una vivienda, al acompañarla de una fuerte hipoteca, se convierte en una inversión financiera de alto riesgo.
¿Por qué?
Porque si algo va mal y dejas de pagar la hipoteca, el banco se queda con la vivienda, y tú sin ese 10% que pusiste de tu bolsillo.
Así que no todo es jauja. Menuda sorpresa, ¿eh? Aunque algo me dice que ya lo sabías.
La vivienda, ¿fuente de riesgo y retorno?
Siguiendo ese razonamiento tan elocuente que acabo de exponer con mi carisma habitual, ¿es entonces la inversión en vivienda tan atractiva como la pintan?
Pues depende.
Desde un puro punto de vista financiero, no cabe duda de que en condiciones normales suele serlo. El sector inmobiliario tiende a revalorizarse en el largo plazo y la posibilidad de aplicar apalancamiento a nuestra inversión (cosa que no es tan sencilla en otro tipo de inversiones) hace a ésta aún más atractiva. Por si eso fuera poco, las hipotecas están más baratas que nunca, lo que favorece aún más el efecto positivo del apalancamiento.
Y sí, este apalancamiento convierte a la vivienda en una inversión de alto riesgo, pero su naturaleza y el propio comportamiento humano mitiga largamente ese riesgo.
¿Por qué?
Muy sencillo: Cuando compramos una vivienda, lo hacemos con la ilusión de tener un lugar para vivir, para decorar, para crear una familia, para asentarnos en un barrio o una comunidad… y todo eso hace que no veamos la compra de nuestra vivienda habitual como una inversión financiera de alto riesgo.
En otras palabras, tiene otros beneficios «vitales». Por eso es, desde un punto de vista psicológico, mucho más soportable que otras inversiones de alto riesgo. Y si tenemos un pelín de suerte, tras 20 o 30 años nos encontraremos con que hemos vivido muy a gusto en esa vivienda, hemos pagado la hipoteca y en paralelo hemos obtenido rentabilidades compuestas brutales sobre nuestra inversión inicial del 10% de su valor.
Lo que no es tan atractivo
Si crees que todo lo que te he dicho es demasiado bonito para ser verdad, tienes razón. O mejor dicho, es verdad, pero no es toda la verdad. También hay algunos aspectos de la inversión en vivienda que no son tan atractivos.
En primer lugar, y te he hablado ya en parte de ello, está el riesgo. A más apalancamiento, más riesgo. A más apalancamiento, menos margen de maniobra tendrás para imprevistos, como una súbita interrupción o deterioro en tus fuentes de ingresos.
Cuando asumes la hipoteca, has de pagarla puntualmente, haga sol, llueva o truene. Ése es otro motivo por el que tener un fondo de emergencia es tan importante (Lee: ¿Qué es un Fondo de Emergencia y para qué lo necesito?).
En segundo lugar, renuncias a flexibilidad. Una vez que te echas la hipoteca al hombro, adquieres un compromiso durante mucho tiempo y eso suele reducir tus opciones. O al menos, psicológicamente es lo que la gente suele percibir, aunque no sea necesariamente cierto (podrías vender la vivienda si quisieras, en teoría).
En tercer lugar, tu inversión está concentrada en un sólo activo. No tendrías diversificación, y eso tiene sus riesgos. Trataremos este punto en futuros posts.
Ahí lo tienes. La inversión en vivienda no es tan obvia como parece. Hay pros y contras que debes sopesar con mucho cuidado. Lo que funciona para algunas personas puede no funcionar para ti, según cuáles sean tus prioridades.
Si quieres seguir aprendiendo sobre cómo sacarle el mayor partido a tu dinero, consulta la sección #Dinero,¡atrabajar!