Cómo simplificar tu estrategia de salud financiera

Imagen: Andreas Riedelmeier

En la primera parte de este post hablamos de los beneficios simplificar la forma en la que enfocamos las cosas para tomar mejores decisiones, en comparación con nuestra tendencia natural a complicar. En esta segunda parte vamos a ver cómo podemos aplicar este principio de simplificar a nuestras finanzas personales.

Las finanzas son un área donde solemos percibir complejidad. No sabemos muy bien qué es lo que debemos hacer con el dinero además de gastarlo, y ello provoca que evitemos hacer cosas como monitorizar gastos, separar cuentas e invertir regularmente.

Básicamente, lo que solemos hacer es esto: Gastamos sin demasiado criterio en base a nuestros hábitos y rutinas, nos damos algunos caprichos en base a una visión general y abstracta de si “podemos permitírnoslo”, y si después vemos que hemos ahorrado algo, lo dejamos en la cuenta corriente hasta que toque gastarlo.

Te suena, ¿verdad?

Y claro, así no llegamos muy lejos. Pero no sabemos cómo salir de ahí, porque no tenemos ni idea de por dónde empezar.

Así que vamos a resolver este complicado dilema con algunas ideas que te permitan simplificar un poco el paisaje, ¿te parece?

1. Arquitectura de cuentas

La primera idea simple es que debes tener una correcta arquitectura de cuentas bancarias para que el dinero fluya de forma eficiente. Necesitas tres cuentas, con usos diferentes:

  1. Una cuenta corriente donde entran tus ingresos y que utilizas para tus gastos, facturas, domiciliaciones, etcétera, etcétera.
  2. Una cuenta de ahorro que te dé cierta rentabilidad y que puedas disponer con rapidez, donde depositas tu fondo de emergencia y el resto de tus ahorros en metálico
  3. Una cuenta de inversiones

2. Flujo del dinero

La segunda idea simple es automatizar el flujo del dinero hacia los lugares adecuados para conseguir generar resultados. Un flujo que suele funcionar muy bien es el siguiente:

  1. Estableces un objetivo de ahorro mensual total (digamos un 10-20% de tus ingresos) y un objetivo de inversión mensual (digamos un 5-10% de tus ingresos). Eso implica que tu objetivo de ahorro mensual en metálico es la diferencia entre ambos (tu ahorro total – la cantidad que inviertes)
  2. Cuando recibes tus ingresos mensuales en tu cuenta corriente, haces una transferencia automática por el importe de tu ahorro mensual en metálico a tu cuenta de ahorro y una transferencia por el importe de tu objetivo de inversión mensual a tu cuenta de inversiones
  3. El resto se queda en tu cuenta corriente para tus gastos mensuales

3. Tarjetas de crédito

La idea simple de las tarjetas de crédito es la siguiente: Es bueno utilizarlas porque te permiten diferir los pagos y te proporcionan algunas protecciones legales (seguros de protección de compras, seguros de viaje, etcétera, etcétera).

Imagen de Michal Jarmoluk

Pero siempre respetando la regla de oro: Cancela el saldo vivo de tu tarjeta de crédito todos los meses, para evitar costes.

Si no crees que puedes hacer esto, no debes usar una tarjeta de crédito, porque el tipo de interés que te cobran por mantener los saldos vivos es muy alto y dinamitará tu salud financiera.

4. Inversiones

Tu cuenta de inversiones está destinada a, sorpresa, sorpresa, la inversión. Y si bien puedes contemplar inversiones no financieras, como por ejemplo activos inmobiliarios o un negocio, las inversiones financieras son muy recomendables como vehículo para hacer crecer tus ahorros a lo largo del tiempo.

La idea simple en este ámbito es la siguiente: Elige los activos financieros en los que te encuentres a gusto invirtiendo (hablaremos de esto en más detalle en otro post) e invierte de forma automática en ellos todos los meses, utilizando el dinero que fluye de tu cuenta corriente a tu cuenta de inversiones.

5. Optimización de gastos

Una vez tengas la arquitectura montada, puedes dedicar un poco de tiempo a optimizar tus gastos, y para eso tienes que monitorizar un poco. Habrá gastos que no te reportan demasiada satisfacción y que quizá debas reducir, y gastos que te reportan mucha satisfacción y que quizá debas aumentar.

Imagen de Andrew Khoroshavin

Recuerda, estamos tratando de optimizar tu salud financiera, pero también tu satisfacción vital. No se trata de reducir todos los gastos, sino de hacer ajustes de forma consciente, tanto para abajo como para arriba.

6. Repetir y desconectar

Este paso es el más sencillo de todos: Repite y olvídate del tema.

Ya tienes la arquitectura montada. El dinero fluye como debe fluir. Tienes tus ahorros en metálico para emergencias y objetivos de corto plazo, y tus inversiones para generar riqueza en el medio y largo plazo.

No necesitas hacer mucho más que echarle una mirada de vez en cuando para asegurarte de que todo sigue funcionando bien y se ajusta a los deseos y objetivos de cada fase de tu vida.

Ahí lo tienes: Simplificar.

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