Cómo planificar los gastos de educación de los hijos

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A medida que avanzamos por la vida y atravesamos diferentes etapas, surgen gastos, algunos de ellos importantes. Y si no planificamos un poco, puede que no podamos hacerles frente sin tener que recurrir a ayuda externa.

Algunos de estos grandes gastos son discrecionales y no tenemos por qué tenerlos si no queremos. Comprar un coche o una casa, por ejemplo. Esas cosas son deseables, desde luego, pero podemos vivir perfectamente sin ellas porque hay otras opciones a las que podemos recurrir sin que nuestro mundo se desmorone.

Sin embargo, hay otro tipo de gastos que no son tan discrecionales y que nos cuesta mucho más evitar. Por ejemplo, la educación de los hijos.

Puede que tu seas de los que prefiere no tener hijos. Pero si los tienes, con toda probabilidad vas a querer lo mejor para ellos. Y una buena educación es una de las cosas que más les pueden ayudar a vivir una buena vida.

Así que, probablemente, vas a querer «invertir» en eso, en la medida en la que te sea posible.

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El problema es que esto de la educación se está poniendo cada vez más caro, al menos la educación universitaria tradicional. Dependiendo de lo que tus hijos quieran estudiar y dónde, los costes totales pueden exceder los 20.000 euros sin despeinarse. Una cantidad que no todo el mundo tiene disponible así como así.

Otra complicación adicional es que estos gastos se suelen producir en una etapa vital en la que los padres hacen malabarismos con muchos otros gastos, como la hipoteca, así como los relacionados con cuidar de sus hijos desde que nacieron (colegio, ropa, alimentación, extraescolares, etcétera, etcétera).

Y esto hace que el gasto relacionado con la universidad sea aún más complicado de afrontar, porque las finanzas se suelen encontrar ya bajo presión cuando llegamos ahí.

¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Hay alguna forma de mejorar nuestras opciones y nuestra flexibilidad a la hora de afrontar este gasto tan importante?

Veámoslo.

Cómo planificar para la educación universitaria

Empecemos por un principio básico: Dado que no estamos hablando de un importe de gasto pequeño, el tiempo es importante. Cuanto antes empieces a planificar, mejor. Salvo que tengas un trabajo muy bien pagado y seas muy frugal, no se ahorra esa cantidad en sólo un par de años.

Ahora bien, con ahorrar no basta. Los precios de las cosas suben, y los precios de la educación universitaria no son una excepción. De hecho, a nivel global, el coste de la educación universitaria ha subido con mucha rapidez en los últimos años, fruto de la ley de oferta y demanda.

Es cierto que hoy en día existen muchas opciones diferentes para aprender sobre prácticamente cualquier profesión. La universidad no es la única. Pero muchas personas continuan dándole mucho valor al título universitario, además de a la experiencia vital y social que supone ir a la universidad.

Y si lo quieres, toca pagar. Cada vez más. Así que conviene prepararse, por si acaso. No sólo ahorrar, sino también invertir.

Pero… ¿invertir en qué?

Bueno, hay varias cosas que debes tener en cuenta.

1. Horizonte temporal

La primera gran pregunta es: ¿Durante cuánto tiempo puedes tener el dinero invertido?

¿2 años? ¿5 años? ¿10 años? ¿Más tiempo?

Dependiendo de cuál sea la respuesta, hay alternativas de inversión más apropiadas que otras. Por ejemplo, invertir en renta variable (bolsa) con un horizonte temporal de menos de 5 años es bastante arriesgado. Pero si tu horizonte temporal son 10 o 15 años, eso ya es otra cosa, especialmente si diversificas tu inversion de forma adecuada. La evidencia histórica está ahí.

Para horizontes temporales relativamente cortos, es más apropiado invertir en activos como la renta fija, que ofrecen menor rentabilidad esperada, pero también menor volatilidad y riesgo.

Y hablando del rey de Roma…

2. Riesgo

La segunda gran pregunta es: ¿Qué nivel de riesgo quieres correr?

El riesgo tiene muchas caras. Pero en este caso lo que estamos buscando es bastante concreto. Queremos rentabilizar nuestros ahorros, sí, pero sin poner en peligro la universidad de nuestros hijos.

Hazte las preguntas adecuadas para saber cuál es tu tolerancia al riesgo. Si no sabes cuáles son, lee este post.

3. Liquidez

La tercera gran pregunta es: ¿Cómo de líquida quiero que sea mi inversión?

Y la respuesta es: Depende.

Si no vas a necesitar ese dinero durante mucho tiempo, puedes considerar alternativas menos líquidas, como el venture capital, las infraestructuras o el capital riesgo. Eso sí, tienes que asegurarte de que puedes recuperar tu dinero antes de que te toque pagar la universidad. Pequeño pero importante detalle.

La otra posibilidad es elegir tipos de inversión con alto grado de liquidez, para que puedas vender y salir en cualquier momento. Ejemplos podrían ser los fondos de inversión o las acciones cotizadas en bolsa.

Un ejemplo muy sencillo de llevar a la práctica, teniendo todo esto en cuenta, podría ser hacer algo así:

  1. Año -15: Invierto ahorros que no necesito en renta variable diversificada (fondos indexados, por ejemplo) a largo plazo
  2. Años posteriores: Voy invirtiendo cantidades adicionales poco a poco con mis ahorros mensuales
  3. Año -10: Empiezo a rotar mi cartera de inversión a fondos de renta fija o alternativas más seguras, a un ritmo de 10% al año.
  4. Año -2 al año 0: Vendo mis inversiones y dejo los fondos en liquidez para hacer los pagos a la universidad.

Y todos contentos.

Fácil, ¿no?

Ahí lo tienes, los principios clave para planificar el coste de la educación de tus hijos (o cualquier otro evento vital importante) y cómo ponerlos en práctica. ¡Dale bola, Moneytimer!

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