¿Por qué la bolsa siempre acaba subiendo?

Imagen: Pexels

Una de las preocupaciones más grandes de las personas que están considerando invertir en renta variable (bolsa) es que el precio de las acciones baje y no se vuelva a recuperar, provocando una pérdida de parte del dinero invertido.

Y eso es una preocupación legítima, porque no hay garantías de que la bolsa vaya a subir siempre. Podría ir en dirección contraria, ¿no es verdad? De hecho, hay muchas ocasiones en las que la bolsa baja, a veces durante varios años seguidos.

Sin embargo, por alguna extraña razón, siempre se ha acabado recuperando. No sólo eso. Tarde o temprano, ha alcanzado niveles superiores a los del pico anterior. A pesar de las guerras mundiales, crisis económicas y políticas, pandemias y catástrofes de todo tipo.

Y ése es el argumento fundamental que oímos una y otra vez cuando nos recomiendan invertir en bolsa: A largo plazo todo va bien.

Ya, vale. Pero… ¿por qué ha sido así en el pasado?

Y aún más importante: ¿Es probable que siga siendo así en el futuro?

Ésta es probablemente la pregunta más importante que debas hacerte a ti mismo a la hora de decidir si tiene sentido invertir tus ahorros – o parte de ellos – en bolsa, o no.

Veamos cuál es la respuesta.

¿Qué es lo que impulsa la bolsa a subir?

Como sabes, la bolsa es un reflejo de las valoraciones de mercado de las empresas. Y esas valoraciones de mercado vienen determinadas por el juicio promedio de los inversores.

Cuando los inversores piensan que una empresa está infravalorada en el mercado por la razón que sea, compran y provocan que el precio suba. Cuando piensan que está sobrevalorada, venden y provocan que el precio baje. La intersección de todas esas decisiones de compra y venta provoca que el precio de la acción de una empresa sea el que es en cada momento.

Y sí, las reacciones de los inversores a los datos que van saliendo a la luz sobre las distintas empresas (cuando las empresas publican resultados o alguna noticia afecta a su actividad, por ejemplo) causan muchas fluctuaciones a corto plazo en el precio de sus acciones. Pero, a largo plazo, esos baches se superan y la tendencia es siempre alcista.

bolsa

Pero… ¿por qué?

¿Por qué los inversores acaban creyendo que las empresas que componen el mercado de renta variable valen cada vez más y reflejando esa creencia en el precio de las acciones?

Podría date muchas razones, pero hay una que pesa más que las demás: El espíritu humano.

O mejor dicho, el espíritu humano canalizado a través de un sistema de incentivos que lo estimule.

¿Y qué quiero decir con esto?

A medida que ha ido pasando el tiempo, en una gran parte del mundo desarrollado se ha ido adoptando el sistema capitalista como forma preferida de organización de la sociedad. Y ello implica que el individuo se ve naturalmente incentivado a dar lo mejor de sí mismo en el área profesional, porque se beneficia directamente de ello.

En otras palabras, el sistema de incentivos favorece que las personas asuman riesgos e intenten cosas difíciles. En concreto, inventar soluciones a problemas o necesidades por las que otras personas están dispuestas a pagar.

El espíritu humano hace el resto. Somos capaces de grandes cosas cuando nos lo proponemos. Y muchos de nosotros, afortunadamente, lo hacemos. Convertimos esa capacidad en realidad. No por altruismo, sino porque esperamos ser recompensados por ello.

La combinación de ambos factores, incentivos y espíritu humano, ha provocado que personas emprendedoras creen negocios constantemente y que esos negocios prosperen. Año tras año, década tras década. Y sí, esos negocios pueden atravesar épocas difíciles y tener altibajos, pero esos dos factores han sido suficientemente poderosos como para que el conjunto del tejido empresarial acabe prosperando y ello se refleje, tarde o temprano, en el precio de las acciones.

¿Y esto va a seguir siendo así?

No lo sabemos. No tenemos la capacidad de predecir el futuro. Pero probablemente lo sea si esos dos factores, incentivos y espírity humano, siguen funcionando como hasta ahora. Y no hay indicios a la vista que nos hagan pensar lo contrario.

Ya ves que soy optimista. Pero tú debes sacar tus propias conclusiones.

Ahora bien, diversifica

Un último apunte: Hay dos condiciones a que esta creencia de que «la bolsa acaba subiendo» sea suficientemente sólida.

En primer lugar, las consideraciones que hemos hecho aquí se basan en que inviertes en un conjunto de empresas suficientemente diversificado.

Las acciones de una empresa concreta pueden caer y no recuperarse si esa empresa entra en una situación complicada. Ha pasado miles de veces y seguirá pasando.

Lo mismo puede pasar con un sector.

Incluso con un país.

Para que estos principios obren su magia, debes diversificar el riesgo. Cuantas más empresas, sectores y regiones geográficas tengas en tu cartera de inversión, más probable es que la creencia de que «la bolsa acaba subiendo» se convierta en realidad.

En segundo lugar, y por definición, tienes que funcionar con un horizonte de largo plazo. A veces las crisis son generalizadas y duran bastante tiempo. A veces las cosas se estancan y tardan años en recuperarse. A veces los políticos interfieren en el mercado y debilitan el sistema de incentivos.

Por eso, cuanto más largo sea tu horizonte, mayores probabilidades tendrás de experimentar eso de que «la bolsa acaba subiendo». Recuerda, la creencia puede ser errónea en un horizonte de tiempo concreto y acertada en un horizonte de tiempo más largo.

¡Dale bola, Moneytimer!

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