La dirección es más importante que la velocidad

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Es muy frecuente encontrarse con personas que se desmotivan por la escasa velocidad a la que avanzan. Y no sólo eso, sino también ver muchísimos casos en los que alguien no se decide a empezar a hacer algo que le conviene o le interesa porque cree que tardará mucho tiempo en conseguir alcanzar el objetivo deseado.

Esto puede parecer un motivo legítimo, si no fuera porque lo que deciden hacer en lugar de eso es… nada importante.

Este tipo de enfoque suele darse en situaciones en las que percibimos que nos va a costar mucho tiempo y esfuerzo avanzar. Lo cual, en un mundo con mentalidad cortoplacista, es prácticamente todo lo que merece la pena.

Aprender una nueva habilidad lleva su tiempo.

Construir una buena relación de pareja lleva su tiempo.

Montar y consolidar un negocio lleva su tiempo.

Labrarse una carrera profesional y buena reputación lleva su tiempo.

Conseguir fidelidad de tus clientes lleva su tiempo.

Educar bien a tus hijos lleva su tiempo.

Y conquistar la salud financiera lleva su tiempo.

Todo lo que merece la pena lleva su tiempo.

velocidad
Imagen de Nile

Pero la pregunta es… ¿merece la pena invertir ese tiempo si el progreso es tan lento como parece desde fuera?

Ésa es una gran pregunta. Veamos cómo la podemos responder.

La velocidad es lo que más valoramos

Nuestra mentalidad se ha ido adaptando progresivamente a desear resultados a muy corto plazo.

La tecnología y los nuevos modelos de negocio han concentrado sus esfuerzos en proporcionar soluciones inmediatas, que eviten que los clientes o usuarios tengan que esperar para conseguir lo que quieren.

Las redes sociales están repletas de atajos para conseguir resultados en las áreas más variopintas: Idiomas, hablar en público, salud física, salud mental, relaciones personales, habilidades profesionales.

El comercio electrónico nos permite comprar prácticamente cualquier cosa con un sólo clic.

Las aplicaciones de financiación nos permiten comprar sin necesidad de tener dinero disponible.

Nos hemos acostumbrado a conseguir las cosas rápido. Ahora, más que nunca, le damos muchísima importancia a la velocidad. Tanta que, cuando percibimos que vamos a tardar tiempo en conseguir resultados, automáticamente nos genera rechazo.

Dejamos de lado lo que lleva tiempo y desviamos la atención hacia otras cosas que podamos conseguir sin esperar, aunque sean meros modos de extinguir temporalmente nuestra ansiedad y no aporten gran cosa a nuestra satisfacción vital.

Y eso tiene una consecuencia muy evidente.

Si no mejoras, estás empeorando

Cuando no te embarcas en proyectos que merecen la pena (cosas que elevan tu satisfacción vital de forma sostenible), puede parecer que no pierdes nada. Especialmente cuando dedicas tu tiempo a otras cosas que distraen tu atención.

Pero sí lo haces.

Cuando no mejoras, no sólo te estancas. Estás desperdiciando tiempo y oportunidades. Te queda menos tiempo, menos energía, menos opciones. Así que sí, sí que estás perdiendo.

¡Pero los resultados de ese tipo de proyectos tardan mucho en llegar! – puedes decirme.

Y yo te digo: Depende de lo que estés hablando.

Llegar a la meta puede tardar. Pero hay muchos beneficios que se pueden obtener antes de llegar a la meta. De hecho, cuando empiezas a andar en la dirección adecuada, por lento que creas que es tu progreso, suceden cosas buenas. Y suceden inmediatamente.

Cuando empiezas a hacer ejercicio aún te falta mucho para estar en plena forma. Pero te sientes mejor. Duermes mejor. Eres más constructivo. Estás más satisfecho contigo mismo. Te cuidas más en otras áreas. Tienes mejor ánimo. A la gente le agrada más estar contigo.

Y lo mismo pasa en otros campos, como por ejemplo las finanzas.

Cuando empiezas a ahorrar y a invertir aún te falta mucho para conquistar la libertad financiera. Pero te sientes más en control. Creas un colchón de seguridad que te protege de imprevistos. Te manejas en tu vida con mayor confianza. Ver crecer tu dinero te motiva. Tienes mayor apertura mental para embarcarte en nuevos proyectos. Prestas más atención a las oportunidades.

Los beneficios son inmediatos, aunque aún estés muy lejos de la meta.

Por eso, lo que más importa no es la velocidad. Lo que más importa es la dirección.

Si vas en dirección correcta y le dedicas tiempo y atención a mejorar en las cosas que merecen la pena para ti, estás ganando.

Si tu tiempo y atención se centran en cosas que no te aportan satisfacción vital de forma sostenible, estás perdiendo. Por mucho que creas que te mueves muy deprisa.

Céntrate en la dirección. Y cuando estés seguro de que es la dirección correcta, avanza a tu ritmo. Los beneficios llegarán mucho antes de lo que crees.

¡Dale bola, Moneytimer!

Si quieres acceder a contenidos similares, consulta nuestra sección #Estilodevida.

¿Quieres seguir optimizando tu estilo de vida para conquistar la salud financiera?

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