Errores financieros de la década de los 30: Deuda

Imagen: Ahmad Ardity

En la Parte 1 de este megacool post sobre los errores financieros más comunes en la década de los 30, cubrimos algunos de los grandes errores relativos a los gastos. En esta Parte 2 vamos a cubrir algunos de los grandes errores relativos a la deuda.

La deuda puede ser un obstáculo muy relevante para nuestra salud financiera a largo plazo si no se utiliza bien, así que vamos a hacer algunas reflexiones sobre ella.

La deuda (o el crédito) tiene una utilidad primaria: Nos permite adelantar al presente gastos o inversiones que, si sólo contáramos con nuestros ahorros de hoy, no nos podríamos permitir.

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Esto parece algo muy beneficioso, pero hay que tener mucho cuidado con cómo la utilizamos por una serie de razones.

  • En primer lugar, la deuda hay que devolverla en un periodo de tiempo estipulado entre deudor (el que presta) y acreedor (el que debe). Y eso significa que debemos estar muy seguros de que vamos a poder devolverla en ese periodo.
  • En segundo lugar, la deuda tiene asociado un tipo de interés. Es decir, no estamos obligados a devolver solamente lo que nos han prestado, sino también los intereses. Y algunos tipos de deuda tienen intereses muy altos, que se acumulan y se convierten en grandes cantidades.
  • En tercer lugar, el uso que le damos a la deuda puede ser muy variopinto. Hay deudas en las que incurrimos para financiar gastos o compras “necesarias” o íntimamente relacionadas con nuestro proyecto de vida (una hipoteca para comprar una vivienda, por ejemplo). Hay deudas en las que incurrimos para financiar inversiones que creemos que nos darán un rendimiento financiero y/o satisfacción vital y vocacional que merece la pena (un préstamo para montar un negocio, por ejemplo). Y hay deudas en las que incurrimos para financiar caprichos y placer cortoplacista (un préstamo para hacer un viaje, por ejemplo).

Todos estos puntos aterrizan en un principio básico que debes tener muy en cuenta: La deuda implica asumir un riesgo y una responsabilidad. Estás quitándole bocanadas de aire a tu yo futuro para dárselo a tu yo presente. Y es importante que calibres muy bien ese riesgo, para que tu yo futuro no las pase demasiado canutas y se ahogue lentamente.

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Lo tienes claro, ¿no?

Estupendo, no esperaba menos.

Ahora que tenemos el marco de referencia bien definido, vamos a hablar de algunos de los errores más comunes en el uso de la deuda en la década de los 30. Errores que nos alejan de nuestro objetivo de mejorar progresivamente nuestra salud financiera para así poder disfrutar de la vida en todo momento.

Errores más comunes en el uso de la deuda

1. Utilizar deuda muy cara y tardar en cancelarla

Hay tipos de deuda que tienen tipos de interés elevados, como pueden ser los préstamos personales o la deuda de las tarjetas de crédito.

A veces, no nos queda otro remedio que recurrir a este tipo de deuda, porque tenemos gastos que no podemos evitar o situaciones en las que no podemos resistirnos a comprar algo. Pero si nos endeudamos a coste muy alto, lo que debemos hacer es intentar cancelar esa deuda lo más rápido posible, para evitar un efecto bola de nieve en la cantidad que tendremos que devolver.

Aquí tienes un comparador de coste de préstamos personales y un artículo un poco más técnico sobre el coste de las tarjetas de crédito.

2. Endeudarnos en exceso

Otro de los errores más comunes es asumir demasiada deuda en relación a nuestra capacidad de repago.

Cuando planificamos durante la década de los 30, no solemos tener demasiada perspectiva sobre lo rápido que cambian las cosas y la facilidad con la que se producen los imprevistos, y ello nos lleva, algunas veces, a asumir que todo seguirá igual que ahora.  

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Sin embargo, la vida es muy impredecible. Por eso conviene planificar las cosas asumiendo un colchón de seguridad. En otras palabras, endeudarnos algo menos de lo que el escenario optimista (el que refleja que no habrá cambios negativos inesperados) nos dice que podremos devolver. De esa forma, si algo nos sorprende, podremos maniobrar sin vernos arrastrados a una situación comprometida.

3. Endeudarnos por razones equivocadas

El último gran error es no saber filtrar las razones adecuadas para endeudarse. Como hemos dicho antes, la deuda es una losa. Y no sé tú, pero yo sólo me pondría losas encima por una buena razón.

¿Para comprar la casa de tus sueños? Mmm… vale, bien.

¿Para montar un negocio que te apasiona? Mmm… vale, bien.

¿Para reparar algún desaguisado o hacer una obra necesaria en casa? Mmm… vale, bien.

¿Para irte a Maldivas? Mmm… quizá no tan bien.

¿Para comprarte un coche nuevo de alta gama? Mmm… quizá no tan bien.

O quizá sí, eso sólo lo sabes tú. Pero los últimos dos tipos de gastos son discrecionales y centrados en placer cortoplacista. No suele ser buena idea intercambiar un placer que dura poco por una obligación que dura mucho. Pero, ey, ¿qué se yo?

Aquí termina el post de hoy. Espero que te sirva, Moneytimer. Ándate con mucho ojo con la deuda.

Y ya sabes, si quieres consultar algunos de los posts en los que hablo de cómo generar salud financiera utilizando la deuda de forma inteligente, consulta la sección #Dinero,¡atrabajar!

¿Quieres seguir aprendiendo cómo evitar errores que te alejan de tu salud financiera?

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